El retraso en la llegada de Rubén Cortada, el modelo de la segunda sesión, nos forzó a reorganizar el programa de trabajo. Las fotos que originalmente se tomarían el viernes se pasaron para el jueves, por lo que debimos trasladarnos nuevamente a Xcaret por la mañana.
Dado que teníamos que estar en el parque a las 9 de la mañana, nos citamos en el restaurante a las 7 de la mañana y, a toda velocidad, comimos lo que pudimos en media hora. Después de cargar la camioneta con todo el equipo fotográfico y la ropa necesarios, iniciamos el recorrido de una hora. Al llegar al parque descargamos todo y nos dirigimos al mismo lugar que nos habían asignado el día anterior.
Entre la confusión y la falta de orientación el equipo se dividió en dos y al re-encontrarnos en el sitio en el cual se realizarían las tomas, la responsable de Relaciones Públicas del parque ya había dado la bienvenida al equipo de fotografía reclamándoles por habernos introducido al parque sin su autorización.
Una vez aclarado el punto, nos condujo a su oficina donde el maquillista arreglaría al modelo y donde la estilista se encargaría de vestirlo con el atuendo elegido. Minutos más tarde regresamos al sitio de encuentro y ya se nos había unido el grupo de bailarines de danzas prehispánicas del parque, quienes aparecerían con el modelo en la foto.
Mi siguiente misión fue conseguir varias botellas de cerveza que servirían como utilería en la foto. A mi regreso me encontré con una escena desconcertante. El fotógrafo y la estilista se encontraban enfrascados en una acalorada discusión con la RP. El hecho detonante de la misma fue que cuando realizaban las primeras fotografías (sin las cervezas) pidieron a los miembros del ballet que se colocaran en poses diferentes a las de guerreros en combate adoptadas originalmente, los artistas se sintieron ofendidos porque desde su perspectiva se ridiculizaba su labor de rescate de las tradiciones de sus pueblos de origen y se retiraron.
Durante la discusión se intentó explicar a la RP que la historia narrada en el editorial era la de un turista envuelto en situaciones chuscas o absurdas y que por eso habían pedido a los “guerreros” interactuar de manera diferente con el modelo. Ante la cerrazón de la citada RP – que resultó ser esposa del manager del ballet- se le pidió que hablara con ellos y que los convenciera de regresar a posar como inicialmente lo habían hecho. Una llamada por celular más tarde, informó que los artistas no regresarían a pesar de que se les pagaría 400 dólares.
En medio del caos, me dirigí a devolver las cervezas que me habían prestado para las fotos, mientras los demás se encargaban de guardar y desmotar el equipo. La discusión concluyó en una franca enemistad y tras perder tres horas de valioso sol, nos dirigimos de nuevo a Cancún para realizar las tomas en el hotel.
En el camino, nos detuvimos en algunas tiendas en busca de una cama inflable sobre la cual se acostaría al modelo para las fotos. Llegamos al hotel alrededor de las 12 del día y realizamos todos los preparativos para el shooting en la piscina. El sol y la playa lucían tan atractivos que no resistimos la tentación y, antes de ponernos manos a la obra, ordenamos algunas bebidas y mientras yo disfrutaba del sol en el área lounge, los demás corrieron a nadar unos minutos en el mar.
Ante las miradas curiosas de quienes se encontraban en la piscina, iniciamos las sesiones de trabajo. Las fotografías requirieron zambullir al modelo repetidamente en el agua helada de la piscina, al mismo tiempo que se cuidaba que su mano permaneciera en el exterior para no mojar el reloj de Hermés que portaba; conseguir copas de bebidas de colores llamativos; exprimir ropa mojada y ponerla a secar al sol y fungir como asistente de iluminación por momentos.
Terminadas las tomas, fui comisionado para guardar toda la ropa utilizada y verificar que el staff del hotel se encargara de trasladarla al check room. Mientras yo me ocupaba de esas labores, los demás se dirigieron al restaurante del hotel, donde los alcancé un rato después para comer un rico ceviche de pescado.
La última fotografía de Danny Beauchamp se disparó en el campo de golf del hotel Hilton. Después del almuerzo, abordamos nuevamente la camioneta que en 10 minutos nos transportó a la locación. Mientras la estilista y yo nos encargábamos de preparar la ropa para el modelo, el maquillista se ocupó del cabello y el maquillaje. Cuando estuvo listo, nos dirigimos al green en el que se realizaría la toma a bordo de los carritos del campo. En el camino aprovechamos para competir entre nosotros y observamos admirados a un lagarto que se ocultaba en el agua de un pequeño lago situado a unos metros del lugar en que nos instalamos.
Concluidas las tomas, nos dirigimos al hotel y en el camino acordamos que cenaríamos dos horas más tarde en Silk, el restaurante asiático. Me encargué de supervisar que se descargaran y guardaran las maletas con la ropa y pedí que las llevaran a la habitación de la estilista.
Exceptuando el incidente de la mañana, todo había transcurrido sin contratiempos. Me dirigí satisfecho a mi habitación y me relajaba viendo la televisión cuando sonó el teléfono. Al otro lado de la línea se encontraba la estilista, con la que sostuve la siguiente conversación:
-Pedro, ¿sabes dónde quedó la camisa Tom Ford que utilizó el modelo?
-Definitivamente, en el área de la piscina no la dejamos. Yo me aseguré de que todo se empacara y cuando fui al restaurante lo único que quedaba era la secadora de pelo que le entregué a Marco.
-Pues no la encuentro en ninguna de las maletas y no se puede perder.
-Te repito que en la piscina no se quedó, pero si te parece iré a preguntar para asegurarnos.
-Ve y avísame, por favor. Esa camisa tiene que aparecer.
Embargado por un sentimiento de molestia ante la insinuación de que la playera se había perdido debido a un descuido mío, baje a la recepción a preguntar si alguien había encontrado una camisa rosa junto a la piscina. El encargado de recepción hizo las averiguaciones correspondientes y me informó que nadie había reportado nada.
Me dirigí al lugar en el que horas atrás nos encontrábamos instalados, mientras me agobiaba la idea de que toda la culpa de la desaparición de Tom Ford recaería sobre mí. Durante ese breve recorrido recordé mis anteriores experiencias con San Panuncio y decidí pedir su ayuda para encontrar la prenda extraviada. Realicé la inspección correspondiente sin éxito y decidí comunicarme nuevamente con la estilista para proporcionarle el último informe.
En esta ocasión, ella mencionó que cuando salíamos del hotel para realizar la última fotografía, uno de los asistentes del fotógrafo le preguntó qué hacer con una bolsa de ropa mojada que se había utilizado y ella le pidió que la dejara en el check-room. Fue entonces que me acerqué a los empleados de la puerta principal y les pregunté si tenían en su poder una bolsa blanca con la palabra VOGUE impresa en su exterior y con una camisa mojada color rosa en su interior. Ante mi sorpresa el empleado me dijo que si y segundos después regresaba con la bolsa que junto con la ropa me regresaba la tranquilidad.
Emprendí el camino hacia la habitación de la estilista dándole las gracias a San Panuncio por su ayuda y después de entregarle la bolsa, me dispuse a arreglarme para acudir a la cita en el restaurante. Al llegar al punto de encuentro, solo había llegado ella y nos fuimos al bar a esperar que los demás se unieran al grupo. Poco a poco, se nos fueron integrándose los demás miembros del equipo y Rubén Cortada, recién llegado de Barcelona.
La velada fue animándose con algunas copas de Moët & Chandon, cervezas y unos cuantos tequilas. La cena incluyó makis, tepanyaki, sopas miso y algunas otras especialidades asiáticas. El día había concluido y había que celebrarlo. Cerramos la velada con unos postres miniatura y después de las correspondientes despedidas nos retiramos a descansar, pues aún nos quedaba un día de trabajo por delante.
La salvada q te dio san panuncio, si q es efectivo, igual a mi me ha salvado de unas cuantas....
ResponderEliminarEsta chica del parque, la Rp... no pareciera que fuera una verdadera rp!!! en fin ella le ha hecho mala fama al parque con extranjeros!!! en finnnn!!
En fin, pues veo q tus dias como asistente fueron de mucho provecho, estres y al mismo tiempo divertidos!! me da gusto amigo!! :) vane.
Hola, pues que dia!!!! imagino tu desesperacion y enojo ante la "acusacion" respescto de la camisa tom ford, pero bueno, San Pafnuncio es efectivo amigo.
ResponderEliminarRespecto al incidente del parque, es una verdadera pena que gente extranjera se vaya de Riviera Maya con una amarga experiencia causada por errores humanos, existe demasiada gente que trabajamos en el corredor turístico preocupándonos día a día porque huéspedes y visitantes se lleven de México una buena impresión, de Riviera Maya un enamoramiento, y de nuestros centros de trabajo una invitación a regresar. Pero bueno, los errores humanos ocurren, aunque generalmente los cometen bestias como esta jajajaja, que fuerte se escucho, en fin, una experiencia por demás gratificante, enriquecedora y medio aventurera, que gusto amigo. Yago
Definitivamente San Panuncio no falla!!! jajajaja, qué bueno que todo salió bien. Un abrazo amigo...
ResponderEliminar