lunes, 14 de diciembre de 2009

La mejor pregunta de la noche

La noche de los libros es un evento organizado anualmente por la Comunidad de Madrid con el objetivo de fomentar y promover la lectura. El pasado 23 de abril de 2009, en el marco de dicho evento, se organizó en la Real Casa de Correos un encuentro con el escritor y presentador peruano Jaime Bayly.



Esa noche, la sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid recibió a cientos de seguidores de este irreverente personaje. Entre esos cientos me encontraba yo, acompañado de mis amigas Paloma y Laura, que ante mi insistencia decidieron acudir a la charla denominada "Jaime Bayly y sus 11.000 noches vírgenes"



Sin gran preámbulo y con una espontaneidad poco común en una figura pública de su talla, Jaime llegó puntual a la cita con su tradicional traje obscuro, sus gafas y el corte de cabello con flequillo que recuerda levemente una estética ochentera. Habló, con la brutal honestidad que lo caracteriza, de temas tan controversiales como su bisexualidad, su problema de disfunción erectil y de su relación con su actual novio y su ex esposa.



A lo largo de su intervención los asistentes pudimos constatar que Jaime -autor de libros como No se lo digas a nadie, La mujer de mi hermano y La noche es vírgen- es un hombre mucho menos superficial de lo que sus obras podrían sugerir. La situación política y económica de su natal Perú generó duras críticas al gobierno, que fueron presentadas con la misma ironía y el crudo sarcasmo que utiliza en sus libros. Su rechazo a los dogmas del Opus Dei, en cuyos preceptos fue formado, y su "escandalosa" vida, han ocasionado un profundo distanciamiento familiar del que habla sin gran pudor.



Con ciertas reservas, escuchamos las propuestas que servirían de soporte para la supuesta campaña a la presidencia de su país que lanzaría durante el siguiente período electoral. Al escuchar sus reflexiones, se hizo evidente el profundo conocimiento que tiene de la historia política de Latino América y su genuino desprecio a regímenes como los de Hugo Chavez y Fidel Castro.



Concluida su intervención, se dió paso a un espacio de preguntas y respuestas. Los asistentes, en su mayoría peruanos deseosos de conocer a una de las celebridades más internacionales de su país, expresaron apoyo a su plataforma política, cuestionaron sus opiniones y agradecieron por el impacto que la coherencia manifestada a través de sus palabras y sus actos ha tenido en sus vidas.


Las preguntas se sucedieron unas a otras y la amenidad de sus respuestas hizo que quienes lo escuchabamos no nos diéramos cuenta del correr del tiempo. Desafortunadamente, los organizadores del evento decidieron que era momento de concluir y anunciaron que solamente respondería a unas pocas preguntas más. Inseguro de levantar la mano para solicitar el micrófono y ante la insistencia de mis amigas, me llegó el turno de hacer la última pregunta de la noche. La conversación que sostuvimos fue más o menos así:


-Hola Jaime, buenas noches. Mi nombre es Pedro y soy de México- dije escuchando mi voz distorsionada por el equipo de sonido

-México es muy lindo. ¿De qué parte de México eres?

-De Yucatán.

-No conozco esa zona.

-Estás invitado a venir cuando quieras.

-Muchas gracias- dijo sonriendo

-He tenido la oportunidad de leer varios libros tuyos y, casualmente, hace poco vi una entrevista que le hiciste en tu programa a una actriz mexicana

-¿De qué actriz me hablas?- preguntó con interés

-De Ana de la Reguera

-Claro. Ana de la Reguera es una actriz muy guapa y una mujer muy inteligente.

-Después de esas experiencias y de escucharte ahora hablando de tu bisexualidad, de tu problema de disfunción erectil y de tu relación con tu familia, tengo la impresión de que hay muy pocos temas de los cuales Jaime Bayly no hablaría. ¿Es esto cierto?

-Si entiendo bien, me estás preguntando si es que todavía me queda algo de vergüenza- afirmó divertido.

-Bueno, si así lo quieres tomar, sí- respondí, mientras los asistentes reían.

-Pues si esa es la pregunta, tengo que decir que en efecto, aún me queda algo de vergüenza.

-Muchas gracias Jaime.


Inmediatamente después, agradeció la asistencia al público e invitó a los que quisieran a acercarse a que firmara algún autógrafo. A pesar de no haber llevado ninguno de sus libros para que me firmara, decidí que no podía dejar pasar la oportunidad de llevarme algún recuerdo de esa noche, por lo que me uní a la multitud para pedirle que me firmara el programa del evento. Mientras nos empujabamos unos a otros para llegar a él, las luces del recinto comenzaron a apagarse y cuando finalmente estuve junto a la mesa, me miró y me dijo:


-Pedro, me hiciste la mejor pregunta de la noche- mientras escribía en mi programa


Como en una nube, me alejé de la multitud al mismo tiempo que algunos testigos de lo que me dijo me felicitaban y expresaban su acuerdo. Laura y Paloma no se quedaron atrás y compartieron su emoción conmigo mientras nos caminabamos a la estación Sol para tomar el metro que nos llevaría a nuestras casas.


A lo largo de la vida, tendremos breves y pequeños momentos de gloria como el que me tocó vivir esa noche. No todos los días, alguien reconocido por ser un excelente entrevistador, te dice que le has hecho la mejor pregunta de la noche. No todas las noches, se está en Madrid en compañía de excelentes amigas compartiendo sueños y metas. Aún cuando ni siquiera tengo la certeza de algún día convertirme en el profesional de la comunicación que me gustaría ser, esa noche quedará guardada en mi memoria como una de las mejores experiencias que tocó vivir durante el año que estudié en España y esta firma es el testigo más fiel de ello. ¡Gracias Paloma, Laura y Jaime!

martes, 8 de diciembre de 2009

La tarde que olvidé cerrar la reja


Pocas veces nos damos cuenta de la manera inconsciente en que hacemos las cosas. Ayer, el actuar como autómata ejecutando acciones sin pensarlas tuvo una consecuencia muy triste que me ha hecho reflexionar acerca de la poca importancia que le damos a las cosas que hacemos a lo largo de nuestras vidas.


Los trabajos de remodelación en casa de mi hermana se han llevado más de dos meses. Durante el tiempo que los albañiles trabajan en la casa se metía a Corcho y a Bibi -los dos perros beagle que tenemos- a una transportadora que decora la cocina durante casi todo el día. En ella los ángelitos dormían casi todo el día, hasta que por la tarde, después de terminados los trabajos de construcción, se les liberaba de nuevo a explorar sus territorios.


Ayer, hice lo mismo que otros días. Abrí la puerta de la cocina y después, la de su pequeña habitación, dejándolos libres para que iniciaran sus correteos en el patio. Sin embargo, a diferencia de otros días, no me cercioré de que la reja que da a la calle estuviera cerrada.


Pasada más de una hora de ese episodio. Mi hermana entró a mi cuarto mientras me bañaba, para decirme que los perros se había escapado y que Corcho estaba muerto porque lo habían atropellado. Alguien vió cuando un coche lo golpeó en una avenida cercana y vino a darnos la mala noticia después de tomar la placa que llevaba en su collar.


Terminé de bañarme y vestirme tan rápido como pude y me uní a la iniciativa familiar: teníamos que encontrar a Bibi y el cadáver de Corchito si es que era cierto que lo habían atropellado. Pocos minutos después se unieron a nuestra búsqueda Ixchel, Vanessa y Memo - que habían venido para felicitar a mi hermana por su cumpleaños- y en tres vehículos intentamos cubrir toda la zona en búsqueda de la más pequeña del clan.


La suerte estuvo de nuestro lado pues, asustada y desorientada, Bibi se refugio en el patio de una casa cercana y, amablemente, los habitantes de ésta, estaban en la esquina del parque pendientes de toparse con alguien que hubiera perdido a su mascota. La señora le dijo a Ixchel, Ixchel me llamó al celular y unos minutos más tarde, nos dirigiamos con Bibi en brazos a casa de mi hermana.


Desafortunadamente, el otro miembro de nuestro clan no corrió con la misma suerte. Mientras consolabamos a Bibi en la puerta de la casa, mi cuñado le avisó a mi hermana que ya había encontrado el cadáver de Corcho a unas esquinas de la casa. Efetivamente, lo habían atropellado y lo perdimos.


Resulta muy duro acostumbrarse a la ausencia de un ser querido, aunque sea un animalito. Corcho era todo un personaje. Aficionado a las excavaciones en el patio, a ladrar por las noches, a cazar ratones y cucarachas, a entrar corriendo a la cocina cuando la puerta del patio se abría, a retozar con la recién llegada Bibi, a aullar cuando se le encerraba en la perrera. Me encantaba hacer que se parara en dos patas y que dando pequeños brinquitos se acercara a mi "cangureando" o tomarlo por las orejas y acercarlo a mi, haciéndo que su cara se arrugara como una pasa.


Anoche, los cuatro -incluida Bibi- nos fuimos a dormir con una sensación de vacío. Para colmo de males, hoy es cumpleaños de mi hermana y estoy seguro de que extraña mucho a su perrito. Yo también lo echo de menos y Bibi parece que no tiene muchas ganas de despertar. Supongo que estará evadiendo el hecho de que ya no hay nadie en la transportadora que al estirar las patas la empuje hacia el rincón.


Corchito: Pórtate bien en el cielo de los perros y espero que hayas aprendido que no es bueno escaparse de casa. Tuviste dos oportunidades para hacerlo y la tercera fue la vencida. Por mi parte, he entendido que no basta con limitarme a ejecutar acciones, sino que hay que pensar antes de llevarlas a cabo. Una dura manera de memorizar la lección.
Amigos: Muchas gracias por su ayuda. En los momentos de angustia siempre es reconfortante saber que se cuenta con personas como ustedes.

lunes, 7 de diciembre de 2009

El orígen

Mucho tiempo me ha llevado tomar la decisión de iniciar mi blog. Por fin hoy, después de terminar de ver la película "Julie y Julia" - en tres episodios, debido a la restricción de los 72 minutos de Megaupload- pensé que tal vez, algún importante comunicador se interesará por mi historia un día, permitiéndome dar el salto del anonimato a la celebridad.

Sin embargo, mientras ese momento llega, ocuparé este medio para ocupar algunos minutos de mis actualmente desocupados días. De este modo, pretendo celebrar victorias, desahogar frustraciones, compartir experiencias y dar rienda suelta a la verborrea que en ocasiones se apodera de mí y busca desesperadamente un medio de expresión.

Si alguien se pregunta sobre que escribiré solo puedo dar una respuesta: sobre lo que se me antoje. Aunque me cueste reconocerlo, mis intereses son tan variados como variable es mi humor. Películas, libros, música, moda, programas de televisión, viajes, exposiciones, amigos... todo eso ocupa mi tiempo, sin olvidar mi hasta ahora infructuosa búsqueda de empleo.

Solo me queda decirles: ¡Bienvenidos! Pónganse cómodos y disfruten de mis relatos, quejas, anécdotas y demás entradas. Gracias por tomarse el tiempo de leer mis ocurrencias y ojalá se animen a comentar, opinar y criticar todo aquello que aquí encuentren.

Hasta pronto,

Pedro Aguilar Ricalde