lunes, 26 de abril de 2010

Making of "Alerta Roja"

Lo prometido es deuda. He aquí el Making Of de "Alerta Roja". El editorial se ha publicado en el número de mayo de GQ España. Espero que sea de su agrado pues me llevó bastante tiempo editarlo... Por cierto, necesito sugerencias respecto a los temas sobre los cuales les gustaría leer.

Tercera llamada: ¡Comenzamos! (Hagan click sobre el link pues el video está en youtube)

http://www.youtube.com/watch?v=qlOt48ORnxk

sábado, 24 de abril de 2010

Alerta Roja

Este es el resultado del quinto día de trabajo con el equipo de moda de GQ España. Estén pendientes porque muy pronto subiré un video del Making Of de la sesión. Espero que disfruten de las fotografías tanto como yo disfruté durante el proceso de realización.
¡Ojalá se animen a comentar!








viernes, 16 de abril de 2010

Diario de un asistente de estilismo y producción - Día 5

Nuestro último día de trabajo fluyó tan suavemente como mis manos sobre la cazadora de gamuza roja de Tom Ford que el modelo utilizó durante el shooting. La cita matutina fue a las 7.30 en el lobby del hotel, donde nos esperaban unos ricos box lunch, patrocinados por el hotel con el fin de no perder tiempo de valioso sol desayunando. Marina Maroma, la locación elegida para las fotos, se localiza entre Playa del Carmen y Cancún. Rubén Cortada, el modelo, se nos había unido la noche anterior y partió junto con nosotros a bordo de la van que el Gobierno de Quintana Roo nos proporcionó.

Como todos los días anteriores, mi responsabilidad fue trasladar, empacar, desempacar, acomodar y cuidar toda la ropa que se utilizó en la sesión. Como todos los días anteriores, tuve que ingeniármelas para cumplir con mis responsabilidades y para atender todas las solicitudes que el equipo me realizó.

Al llegar a nuestro destino, fui designado para trasladar el burro con la ropa y las maletas con los accesorios al lugar que nos asignaron. Con ayuda del chofer de la camioneta, pude acarrear sobre la arena el burro hasta nuestro centro de operaciones.
El camerino era una amplia palapa construida a unos 30 metros de la orilla del mar. Ahí, el maquillador arregló al modelo y, la estilista y yo nos encargamos del primer cambio. Simultáneamente, el fotógrafo y sus asistentes preparaban las cámaras, trípode, reflectores, flashes y baterías requeridas.
El tema alrededor del cual giraría la sesión fue “Alerta Roja” y todas las prendas que se utilizaron fueron seleccionadas en virtud de la presencia en sus materiales de este intenso color. El clima nos favoreció como no lo había hecho en ninguno de los días anteriores. El sol brillaba intensamente desde las 9 de la mañana y la brisa nos revolvió el pelo a su gusto y antojo durante todo el día.

Desde la primera toma, pude darme cuenta de cuál había sido la ruta elegida por la estilista y el fotógrafo: sol, mar, arena, rojo y mucha, pero mucha piel. Tras realizar las primeras pruebas y localizar el área de playa en la cual se dispararían las fotos nos pusimos manos a la obra. A lo largo de las horas siguientes mi labor se centró en tener siempre listo el albornoz para el modelo, en llevar la ropa utilizada y mojada a nuestro centro operativo, y en regresar con los nuevos cambios para las tomas.
Los breves lapsos de tranquilidad los aprovechaba para poner al sol la ropa mojada, para tomar nota de las prendas y marcas seleccionadas para cada toma, y para filmar por momentos lo que iba ocurriendo.

Los cambios y las tomas se fueron sucediendo tan espontáneamente que, llegada la hora de la comida, el equipo optó por ordenar varios platillos y tenerlos ahí para comerlos conforme fuéramos teniendo, sin tener necesidad de interrumpir el trabajo.
La última toma se realizó alrededor de las 5 de la tarde y para celebrarlo pedimos una ronda de tragos. Después de brindar, nos sumergimos en las aguas del Mar Caribe y por media hora disfrutamos, bromeamos y nadamos sin preocupación alguna. Al salir iniciamos el traslado del equipo y la ropa a bordo del triciclo que nos habían proporcionado desde la mañana. En él también se encontraban mi cámara y la de la estilista. El maquillador pedaleaba el triciclo con la estilista como pasajera cuando, de pronto, en un estallido de euforia el modelo comenzó a empujarlo, haciendo que perdiera el control y terminando los tres, junto con el triciclo dentro del mar. Ese fue el final de las cámaras y aunque me tarde un poco en reaccionar ante dicho acontecimiento, no pude evitar mostrar mi aflicción por la pérdida de la cámara que me había acompañado durante todo el último año.

Un poco ausente, vi como intentaban revivirla con la secadora de pelo, al mismo tiempo que iba recogiendo la ropa, empacándola y trasladándola a la camioneta. Tal fue mi estado de shock que la estilista me dijo que si la cámara no encendía al día siguiente por la mañana, me compraría otra en reposición.

Con todo el equipo empacado y cargado en la camioneta, nos dirigimos de regreso al hotel. Acordamos reunirnos una hora y media más tarde en el lobby para cenar juntos e irnos de “marcha” a algún lugar. A la hora acordada, nos reunimos en el bar del hotel y entre copas de Moët et Chandon, shots de Tequila y cervezas, comenzamos a ponerle el ambiente a nuestra última noche en Cancún. A este punto, ya se nos había unido Danny Beauchamp, que pasó todo el día relajándose en el hotel.

La cena fue en el restaurante asiático del hotel y cuando todos hubimos terminado, decidimos ir a bailar. El sitio elegido fue el “Azúcar” un bar con música tipo salsa, bachata y merengue. De ahí, algunos decidieron continuar la fiesta y otros, regresar al hotel. Yo me uní al segundo grupo, ya que la cara y la piel me ardían por la exposición prolongada al sol sin ningún tipo de protección. La cara se me había puesto del color de una zanahoria y los pies me ardían espantosamente.

Durante la despedida, acordamos reunirnos a las 9 de la mañana para desayunar juntos por última vez y tomamos nuestros respectivos taxis. Esa noche caí rendido y me abandoné entre mi deliciosa cama a los brazos de Morfeo.